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UITA
Unificando los trabajadores agroalimentarios y de hosteler�a en todo el mundo


Conferencia Mundial sobre el Az�car de la UITA: Documento de informaci�n b�sica

Incluido en el sitio web de la UITA el 08-Aug-2004

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El Az�car y el empleo

La UITA y sus organizaciones sindicales afiliadas representan a millones de trabajadores/as en el sector azucarero, gente que depende del az�car para su subsistencia y que con su trabajo mantiene a sus familias y a comunidades enteras. La UITA estima que hay cerca de 2 millones de puestos de trabajo de horario completo en las f�bricas (molinos, refiner�as y destiler�as de alcohol) y aproximadamente 8 millones en las explotaciones agr�colas, la mayor�a de los cuales son puestos de trabajo zafrales. A nivel internacional, el sector del az�car comprende algunos de los recursos agr�colas m�s productivos, estimados en unos 20 millones de hect�reas de tierras en todo el mundo, debiendo su utilizaci�n ser encauzada hacia el desarrollo social, con objetivos nacionales en un entorno econ�mico globalizado.

El Az�car y el Sector Azucarero

El az�car, o sacarosa (C12H22O11), es obtenido en su mayor parte de dos cosechas completamente diferentes � la ca�a de az�car y la remolacha azucarera. La ca�a de az�car es una hierba gigante cultivada en los tr�picos y zonas subtropicales; la remolacha azucarera, un tub�rculo que crece en las zonas templadas. Esta doble fuente de sacarosa permite que la fabricaci�n del az�car se lleve a cabo en entornos geogr�ficos y clim�ticos muy diferentes, desde Canad� y Finlandia en el norte, hasta Chile en el sur. En el �mbito mundial, m�s de 110 pa�ses producen az�car a partir de ca�a o remolacha, algunos a partir de ambas. El amplio espectro de localizaciones geogr�ficas constituye la raz�n para el gran n�mero de formas diferentes en que se organiza la elaboraci�n del az�car, influenciadas por las caracter�sticas sociales, econ�micas, hist�ricas y culturales de la gente involucrada. Los pa�ses industrializados, las naciones en desarrollo y las menos desarrolladas, todos fabrican az�car. No obstante, aunque la configuraci�n socioecon�mica y pol�tica de las industrias del az�car es diversa, �stas se inclinan a gravitar hacia un mercado internacional, que funciona como referencia y par�metros de su propia producci�n (aunque son cuestiones discutibles cu�n exacta es la medici�n o cu�n conveniente es la referencia). En el a�o 2002, seg�n la Organizaci�n Internacional del Az�car (ISO), la producci�n mundial de az�car alcanz� un valor bruto de unos 142 millones de toneladas, con aproximadamente un 72 por ciento obtenido de la ca�a y un 28 por ciento de la remolacha.

En algunos pa�ses, principalmente en el mundo en desarrollo, el az�car es una importante fuente de calor�as. Por otra parte, debido a sus propiedades como conservador, intensificador de los sabores y estabilizador, el az�car es utilizado en varias industrias, tales como la elaboraci�n de alimentos, los refrescos, las confituras y los qu�mico-farmac�uticos.

El sector azucarero comprende actividades que van desde la siembra de las cosechas (la remolacha azucarera y la ca�a de az�car), a la recolecci�n y el transporte, la transformaci�n primaria (de la ca�a) y la refinaci�n para el consumo. Habitualmente �stas est�n relacionadas con la extracci�n de la sacarosa presente en la remolacha o la ca�a mediante un proceso de centrifugado. Algunos pa�ses usan una porci�n sustancial de la ca�a para el proceso de �olla abierta� sin centr�fuga, el cual tambi�n produce az�cares: gur y khandsari, panela y rapadura.

Un acontecimiento relativamente reciente en pa�ses como Brasil consiste en la siembra de ca�a y su transformaci�n en etanol (alcohol combustible). Adem�s, una serie de actividades econ�micas subordinadas basadas en los productos derivados de la transformaci�n de la remolacha y la ca�a est�n naturalmente vinculadas al sector azucarero.

Los edulcorantes alternativos del az�car siempre han existido. Sin embargo, debido a la r�pida consolidaci�n de los jarabes de ma�z como un sustituto directo del az�car en aplicaciones industriales (por ejemplo: en refrescos, elaboraci�n de alimentos, industrias de confituras), es necesario comprender al sector azucarero en el marco del dilatado mundo de los edulcorantes. Se trata, hoy en d�a, de un mundo donde los edulcorantes naturales y artificiales interact�an con el az�car centrifugado m�s �tradicional� en materia de precios y mercados, en la producci�n de cosechas, las pol�ticas agr�colas y otros aspectos socioecon�micos.

La Reestructuraci�n: El Desaf�o Actual

En comparaci�n con otros productos agr�colas b�sicos, el sector internacional del az�car tiene una estructura compleja. En general, los productos b�sicos tradicionales � tales como el caf�, el cacao, el t� y el banano � tienden a tener una divisi�n relativamente clara. La producci�n se lleva a cabo principalmente en el mundo en desarrollo y el procesamiento en los pa�ses industrializados. Los proveedores de materias primas est�n situados en el mundo en desarrollo del Sur, los principales consumidores en el Norte industrializado. En el caso del az�car, dicha divisi�n no existe. Algunos de los mayores productores son pa�ses industrializados, algunos de los m�s importantes consumidores son naciones en desarrollo, algunos de los principales exportadores se cuentan entre los pa�ses industrializados del Norte, en tanto que algunos de los mayores importadores est�n situados en el Sur.

La industria global azucarera, como muchos otros sectores, est� experimentando cambios en su configuraci�n b�sica. Est� inmersa en un proceso de reestructuraci�n. Se pueden identificar cuatro procesos distintivos e individuales.

(1) Las transformaciones en los fundamentos de la industria a diferentes niveles: Durante los �ltimos 30 a 40 a�os, hubo un giro geogr�fico en el �centro de gravedad� de la industria, desde Am�rica del Norte/Central y Europa hacia Asia y Am�rica del Sur (Brasil); los sustitutos del az�car, tales como los edulcorantes basados en el ma�z, consolidaron su participaci�n en el mercado; los productos tales como el etanol (alcohol combustible) y los proyectos de coproducci�n de energ�a (electricidad) se est�n convirtiendo en una caracter�stica com�n de las industrias basadas en la ca�a.
(2) La modernizaci�n de la producci�n mediante una mayor utilizaci�n de los procesos automatizados y controlados por computadora en las f�bricas y la mecanizaci�n de las pr�cticas agr�colas (las cuales tienen un dram�tico impacto social cuando se aplican a las operaciones de recolecci�n en las industrias basadas en la ca�a).
(3) Un proceso combinado de consolidaci�n de la producci�n, en parte debido a las nuevas tecnolog�as, y de concentraci�n de la propiedad: las nuevas f�bricas tienden a contar con mayor capacidad instalada de procesamiento; las compa��as pasan a ser de mayor tama�o y m�s poderosas.
(4) Las reformas del mercado y los programas de liberalizaci�n econ�mica introducidos en gran escala en la d�cada del 80 y a principios de los a�os 90.

En tanto que los tres primeros procesos cuentan con una larga historia en la industria, es el cuarto el que ha llegado a dominar la reestructuraci�n del sector.

Siempre existi� una sustancial participaci�n estatal en la industria azucarera. Las f�bricas, tierras, equipos y recursos de propiedad estatal eran comunes, como lo fueron el control y la regulaci�n estatal en el comercio interno e internacional, la intervenci�n estatal en la determinaci�n de los precios de la ca�a o la remolacha y los insumos, as� como el apoyo a la investigaci�n y el desarrollo. Antes del colapso de la Uni�n Sovi�tica, una importante porci�n de la industria azucarera internacional estaba controlada directa y, a veces, �ntegramente por el Estado. Sin embargo, la intervenci�n estatal en el sector no estaba limitada a las econom�as de planificaci�n centralizada. En las econom�as de libre mercado, el Estado ten�a una participaci�n significativa en el az�car: era propietario de f�bricas, controlaba el comercio, solventaba la investigaci�n y adoptaba pol�ticas proteccionistas.

Con la introducci�n de las reformas del mercado y la liberalizaci�n econ�mica, el Estado se ha retirado de la econom�a. En los a�os 90, la liberalizaci�n y la privatizaci�n se convirtieron en un aspecto principal de las pol�ticas en todo el mundo. Y las grandes compa��as del sector privado avanzaron para llenar el vac�o.

 El sector azucarero de algunos Pa�ses de Europa Central y Oriental (PECO), despu�s del colapso de la Uni�n Sovi�tica, proporciona un ejemplo sobre c�mo el Estado retrocede y las transnacionales ingresan. Por ejemplo: S�dzucker y Nordzucker, entre otras, en Polonia y Hungr�a, como tambi�n Eastern Sugar en la Rep�blica Checa.
 La Uni�n Europea conoce muy bien el modelo de un pa�s/una compa��a (British Sugar en el sector de la remolacha del RU), as� como el modelo una compa��a/muchos pa�ses (Danisco en Dinamarca y Finlandia).
 En �frica del Sur, dos compa��as con sede en Sud�frica, Illovo Sugar y Tongaat Hulett, desde mediados de los a�os 90 hicieron literalmente explosi�n en la industria regional.
 Brasil, que cuenta con el mayor complejo mundial azucarero y de alcohol basado en la ca�a, es un reci�n llegado a este proceso, pero las fusiones y las adquisiciones que se iniciaron a fines de la d�cada del 90 se acelerar�n en el futuro.

La Labor de la UITA: la Solidaridad y la Econom�a

Es tarea de la UITA crear una visi�n de la industria que abarque los intereses de los/as trabajadores/as de todo el mundo, es decir, una comprensi�n de las perspectivas de los derechos humanos y sindicales b�sicos que son compartidos m�s all� de las barreras nacionales y comerciales.

Esto se halla encapsulado en el concepto de �trabajo decente� de la OIT:

 un empleo que es productivo, donde son protegidos los derechos de los trabajadores;
 donde los/as trabajadores/as reciben un pago adecuado y beneficios sociales;
 donde cuentan con un entorno de trabajo seguro y saludable
 donde no hay trabajo infantil.

La labor de la UITA comienza en el lugar de trabajo, donde los/as trabajadores/as est�n y donde tiene lugar la producci�n, donde ocurre la reestructuraci�n y la modernizaci�n, as� como donde cambian las pr�cticas laborales.

La UITA y las organizaciones sindicales afiliadas deben abordar las pr�cticas actualmente generalizadas de tercerizaci�n y trabajo informal en el empleo. �stas ya no est�n limitadas a las actividades zafrales en la agricultura/ca�a, sino que cada vez m�s son utilizadas para reemplazar los cargos permanentes y de todo el a�o en las f�bricas, cuando las compa��as tratan de recortar costos y racionalizar las operaciones.

Por otra parte, dada la naturaleza dual del sector azucarero (campo y f�bricas), la sindicalizaci�n de todos los trabajadores es un gran reto. Organizar a los/as trabajadores/as fabriles es relativamente menos complejo que organizar a los/as trabajadores/as agr�colas/de campo, a ra�z del car�cter del empleo (todo el a�o versus zafral) y a veces debido al grado de alfabetizaci�n de los/as trabajadores/as. Pero la fuerza del movimiento sindical depende de la organizaci�n y la representaci�n de todos los trabajadores y en el sector azucarero, en particular en las industrias basadas en la ca�a, la organizaci�n de sindicatos de trabajadores de campo constituye una tarea crucial. Esto tiene una vinculaci�n directa con el tema del trabajo infantil, que ocurre en los campos en lugar de las f�bricas: la sindicalizaci�n de los/as trabajadores/as y el empleo decente para los/as trabajadores/as adultos es la mejor forma y la m�s sostenible para eliminar el trabajo infantil.

Los/as trabajadores/as y sus sindicatos son una fuente de conocimientos importantes de primera mano acerca de lo que realmente sucede en el proceso de producci�n. Son los primeros en experimentar los efectos de las condiciones inseguras de trabajo y de las malas pr�cticas ambientales, como es el caso de los/as trabajadores/as agr�colas que se ven expuestos a los plaguicidas y otras sustancias perjudiciales. Ellos/as y sus familias sufren a ra�z de un medio ambiente deteriorado y de fuentes de agua fresca contaminadas.

Una organizaci�n sindical fuerte a nivel popular es la �nica garant�a real para que la voz de los/as trabajadores/as sea o�da y que sus inquietudes sean tenidas en cuenta. Ello, como cualquier sindicato lo sabe bien, requiere una aplicaci�n integral del derecho a organizarse y a negociar colectivamente: los viejos principios que todav�a mantienen su valor.

Cambios nacionales y regionales

Al tiempo que ocurren muchos cambios en el lugar de trabajo, los acontecimientos en los �mbitos regionales y nacionales son motivo de creciente preocupaci�n para los sindicatos. Los elementos importantes de un proceso de reestructuraci�n tienen una influencia directa sobre los n�meros, la calidad y la seguridad de los puestos de trabajo disponibles en la industria. Los jornales y los salarios, los t�rminos y las condiciones son aspectos clave de la actividad sindical, en tanto que la creaci�n de empleos y la distribuci�n del ingreso constituyen elementos clave del desarrollo social y econ�mico. Debido a que la industria azucarera concentra algunos de los recursos agr�colas m�s productivos -- tales como el trabajo, las tierras y el acceso al agua -- sus operaciones tienen un impacto directo sobre el desarrollo regional y nacional.

Cuando se registra el crecimiento de la producci�n, con ganancias en la producci�n y la productividad, �stas deben traducirse en jornales m�s altos y en condiciones de trabajo m�s seguras para los/as trabajadores/as, de manera que tenga lugar el desarrollo. Sin embargo, �ste no es siempre el caso. Una situaci�n m�s dram�tica sobreviene cuando ocurre la reestructuraci�n � como las reducciones de tama�o y el cierre de unidades de producci�n � sin negociaci�n ni di�logo social. Es probable que los resultados sean catastr�ficos para comunidades enteras que dependen del az�car. Una reestructuraci�n impuesta y sin di�logo de una industria azucarera, sea sobre la base de la remolacha o la ca�a, resulta f�cilmente en el desempleo generalizado y en puestos de trabajo m�s precarios para aquellos trabajadores/as que se mantienen en ellos. Cuando los puestos de trabajo son eliminados por la modernizaci�n o la nueva tecnolog�a, las ganancias a ra�z del aumento de la productividad deben ser compartidas con los/as trabajadores/as mediante salarios m�s altos y condiciones de trabajo m�s seguras; y para todos los/as que se desvinculan, se deben proporcionar programas de reconversi�n � si la reconversi�n es posible � y de apoyo social.

El desaf�o principal en t�rminos de desarrollo constituye, hoy en d�a, el hecho que cuando el estado se retira, generalmente ingresan las corporaciones o las transnacionales. El modelo de la industria como una explotaci�n que procura utilidades, puesta en pr�ctica por grandes compa��as del sector privado, no responde primariamente a las necesidades de la poblaci�n. Corresponde tambi�n a las organizaciones sindicales, como parte de la sociedad civil, construir un modelo alternativo para las industrias reestructuradas. Esta perspectiva surge del lugar de trabajo y de la lucha en favor del derecho de los trabajadores a un trabajo decente. En este esfuerzo, los sindicatos deben forjar alianzas y crear contactos con otros grupos azucareros tambi�n preocupados con el desarrollo regional y nacional, de manera de lograr que el proceso sea lo m�s democr�tico posible.

Comercio internacional

Desde el punto de vista sindical, es asimismo en el lugar de trabajo que han de medirse realmente los supuestos beneficios derivados del comercio (m�s libre o preferencial). �Llegan efectivamente a los/as trabajadores/as azucareros y sus familias los beneficios que surgen de los precios preferenciales o del incremento del comercio (como un resultado hipot�tico de pr�cticas comerciales m�s libres)?

Para los/as trabajadores/as y sus organizaciones sindicales, as� como para la poblaci�n en general, es importante entender qu� es en realidad lo que se comercializa (libremente). Los sindicatos son un grupo especial de intereses porque representamos a trabajadores/as, no mercader�as. El az�car que se comercializa es az�car fabricada por trabajadores/as a quienes se les paga ciertos salarios y trabajan bajo determinadas condiciones en una situaci�n dada. La competencia entre az�cares de diferentes or�genes (tales como las cuotas en los mercados de Nueva York o Londres) es una comparaci�n entre diferentes conjuntos de condiciones agr�colas, salarios y condiciones de trabajo, as� como cuestiones de pol�ticas; sin mencionar los factores sociales, hist�ricos y culturales. Una comparaci�n directa en centavos de d�lares estadounidenses por libra de az�car crudo rara vez expresa la causa por la cual los costos son tan diferentes; por el contrario, se inclina a obscurecer dichas diferencias con el concepto de la eficiencia: cuanto m�s bajo el costo, m�s eficiente es la explotaci�n.

En la actualidad, los sindicatos necesitan moverse con cuidado porque ha pasado a ser com�n que las grandes compa��as encomienden estudios para demostrar c�mo las pr�cticas ambientales y laborales inferiores de un competidor potencial son factores clave para tener menores costos, as� como una justificaci�n para cerrar las fronteras a su az�car. Habitualmente las grandes compa��as solicitan el apoyo de los sindicatos para el cabildeo pol�tico a estos efectos, como si de ello s�lo dependieran los puestos de los/as trabajadores/as. Sin embargo, las corporaciones contin�an reestructurando y pidiendo concesiones a los/as trabajadores/as como es usual, independientemente de la competencia real � o imaginaria � del az�car extranjero de menor precio.

Los esquemas comerciales, aun los preferenciales como el protocolo del az�car de la UE/ACP o la cuota arancelaria de EE.UU., no responden a las necesidades particulares de la fuerza de trabajo. Sin embargo, antes y despu�s de haberse establecido los acuerdos comerciales, debe ser apreciado, controlado y evaluado su impacto sobre el empleo y la mano de obra. Por ejemplo, en las �ltimas tres d�cadas, los EE.UU. han concedido trato preferencial al az�car caribe�o, a precios sustancialmente m�s altos que los precios del mercado libre internacional, para un volumen determinado de az�car, por lo cual los beneficiarios sab�an razonablemente bien las condiciones en el mercado que iban a afrontar a trav�s de los a�os. No obstante, tambi�n durante estos a�os, la producci�n azucarera disminuy� en muchas islas del Caribe, se perdi� eficiencia, y no pareci� que a los/as trabajadores/as les fuera tan bien (con algunas excepciones, aunque aun en dichos casos no se pueden atribuir exclusivamente los beneficios al protocolo del az�car de la UE/ACP, sino a otras fuentes de ingreso, tales como la industria petrolera de Trinidad). Es relevante contar con una evaluaci�n de cu�l fue el impacto del protocolo preferencial del az�car de la UE/ACP sobre los/as trabajadores/as azucareros del Caribe y sus familias, m�s all� de los argumentos pol�ticos, cuando se discuta el impacto del comercio y si es que la liberalizaci�n comercial puede mejorar las vidas de los/as trabajadores/as. No se trata s�lo de acuerdos, sino tambi�n de c�mo ser�an compartidos los supuestos beneficios.

Desde la perspectiva de g�nero, la situaci�n se vuelve m�s aguda, como lo subrayan los datos emp�ricos de las industrias caribe�as (cuya evidencia puede ser aplicada ciertamente a las industrias basadas en la ca�a). La reestructuraci�n de una industria azucarera del Caribe, en parte debido a la incertidumbre sobre el acceso futuro a los mercados de la UE, introduce un peso injusto sobre las trabajadoras, en particular las del sector agr�cola. Las trabajadoras carecen de movilidad dentro/fuera de la industria. Seg�n informes preliminares, la UITA tambi�n supo que en Brasil tiene lugar un proceso similar, donde es m�s corriente que las mujeres pierdan sus puestos de trabajo, como resultado de una reducci�n de tama�o, frente a sus colegas varones.

Si los esquemas preferenciales no han sido un factor importante para mejorar las condiciones de trabajo y de vida de los/as trabajadores/as, �qu� deben esperar los sindicatos de un comercio m�s libre negociado sin ninguna o con una m�nima contribuci�n de las organizaciones sindicales y de la sociedad civil?

Adem�s de efectuar un v�nculo directo entre el comercio m�s libre y la necesidad de contar con mejores salarios y condiciones de trabajo m�s seguras en el contexto de los debates sobre el comercio internacional, la UITA tambi�n cree que las realidades de los pa�ses en desarrollo y los menos desarrollados requieren un tratamiento diferenciado y herramientas transparentes en materia de econom�a pol�tica. La vulnerabilidad de algunos pa�ses que tradicionalmente exportan az�car constituye una responsabilidad de la comunidad internacional. Habitualmente estas naciones brindan empleo a una porci�n sustancial de la poblaci�n, dado lo cual su futuro es tambi�n motivo de inquietud para los sindicatos azucareros y la UITA. La sabidur�a com�n respecto a que aproximadamente el 75 por ciento del az�car fabricado en todo el mundo es consumido en el pa�s donde se produce resalta, entre otras cosas, la importancia del mercado interno existente a la hora de una transici�n hacia el comercio m�s libre, porque es generalmente remunerativo en comparaci�n con el mercado libre internacional. Algunos pa�ses exportadores tradicionales producen az�car en cantidades que f�cilmente superan el consumo fisiol�gico de las personas: si la gente de Guyana se convirtiera en un mercado para las tres cuartas partes del az�car que produce, cada habitante de Guyana tendr�a que comer m�s de 330 kilogramos de az�car por a�o; cada habitante de Fiji, unos 280 Kg. La UITA no s�lo se manifestar�a en favor de los/as trabajadores/as azucareros en dichas industrias cuyos puestos peligran ante una competencia abierta, sino que tambi�n apoya un tratamiento diferenciado para estos pa�ses en el contexto de una econom�a liberalizada.

Complementariamente, en 1998 la UITA adopt� una pol�tica para combatir los subsidios a las exportaciones agr�colas, debido a su efecto perjudicial sobre los pa�ses en desarrollo.

La solidaridad es el principio rector de la labor de la UITA. Est� basada en la realidad y la convicci�n en el sentido que los/as trabajadores/as y sus sindicatos comparten intereses comunes b�sicos, as� como que la lucha por puestos y condiciones de trabajo decentes en cualquier situaci�n no confiere ninguna desventaja a ning�n pa�s productor de az�car, ni hace peligrar el futuro de ninguna organizaci�n sindical.