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¡No a los transgénicos! – un punto de vista desde UITA África

27.03.14 Editorial
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África ha surgido como continente de vanguardia en la ofensiva empresarial de expansión de los cultivos de productos genéticamente modificados, con ensayos de campo actuales al menos en 7 países. Está en marcha una campaña concentrada para asegurar esta expansión, mediante la obtención del control de las semillas, tierras, agua y poder político. En este contexto, nos complace publicar este artículo de Omara Amuko, coordinador regional africano de la UITA para salud, seguridad y medio ambiente.

La Unión Africana declaró al 2014 como el Año de la Agricultura y la Seguridad Alimentaria. Se lo conmemorará en toda África. Será un año que brindará oportunidades a las comunidades, estados y entidades no estatales, incluidos sindicatos, para interactuar y determinar prácticas y políticas agrícolas.

La experiencia demostró que África tiene una estructura propia bien concebida para el desarrollo y la transformación agrícola. Importantes estudios llevados a cabo por UNCTAD y PNUMA, que analizaron prácticas de agricultura orgánica en todo el continente africano llegaron a la conclusión de que éstas podrían producir rendimientos superiores a los de prácticas convencionales, incrementar los ingresos, reducir la pobreza y proteger el medio ambiente. La monumental Evaluación Internacional del papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD, por su sigla en inglés) también se inspiró en la experiencia africana y en otras para llegar a conclusiones similares.

La agricultura en África corre el riesgo de verse perjudicada por las iniciativas de la Nueva Alianza por Seguridad Alimentaria y Nutrición del G8, y de Participación entre el sector Público-Privado (PPP) que son llevadas adelante por los gobiernos de África y las élites africanas que representan los intereses de las compañías multinacionales, iniciativas que promueven la producción de monocultivos con elevado aporte de insumos, incluso cultivos transgénicos (OGM). Funcionarios y autoridades políticas europeas, grupos de presión pro-transgénicos y científicos llegaron el mes pasado a Etiopía con el propósito de promover esta agenda en reuniones con autoridades de la Unión Africana y los ministros de agricultura.

La Fundación Bill & Melinda Gates, establecida en 1994, ejerce una importante influencia sobre la política agrícola mundial. La Fundación Gates alega promover “nuevas técnicas para ayudar a los agricultores de los países en desarrollo a cultivar más alimentos y ganar más dinero” al tiempo que apoya abiertamente proyectos de ingeniería genética en África y en otros países en desarrollo. Junto con la Fundación Rockefeller, la Fundación Gates apoya a la Alianza para una Revolución Verde en África (Alliance for a Green Revolution - AGRA) con ingentes recursos económicos. AGRA está integrada por un equipo de científicos, economistas y dirigentes empresariales, incluso de la industria biotecnológica, con Kofi Annan como Presidente de su Mesa Ejecutiva. AGRA está intentando abrir el continente africano a las semillas y plaguicidas genéticamente modificadas de las principales empresas agroquímicas como Monsanto, DuPont y Syngenta.

Se invoca el hambre con falsedad y cinismo para justificar la apertura de África como nuevo banco de pruebas para los transgénicos. Esta tecnología no es la solución para el hambre existente en África, sino una inversión extractiva para extraer riqueza mediante patentes de cultivos africanos selectos, como mandioca, mijo, sorgo y otros. Los cultivos transgénicos requerirán grandes extensiones de terreno y desplazarán a los campesinos locales de sus tierras (acaparamiento de tierras). Los agricultores deberán comprar nuevas semillas todos los años, así como los productos químicos tóxicos que se requieren para su uso con estas semillas de empresas privadas. Esto llevará a muchos agricultores a endeudarse. Agobiados por las deudas, es probable que los agricultores pierdan sus establecimientos. La pérdida de los establecimientos agrícolas significaría la pérdida de empleos en áreas rurales, lo que conlleva el éxodo hacia áreas urbanas en busca de trabajo. En lugar de crear empleo y reducir la pobreza, el modelo empresarial de la agricultura incrementará la pobreza y el hambre.

Los trabajadores y trabajadoras agrícolas sufrirán cada vez más por el uso concentrado de plaguicidas y herbicidas, por la creciente utilización de fertilizantes y por los reclamos empresariales de los escasos recursos hídricos, que requieren los transgénicos en la producción de alimentos.

Debemos invocar la Resolución del 24 Congreso de la UITA para una moratoria a los organismos genéticamente modificados. Por lo tanto, exhortamos a todas nuestras afiliadas, en especial de África, para que en ocasión del  Año de la Agricultura y la Seguridad Alimentaria 2014 exijan a nuestros gobiernos resistir la presión empresarial y a no doblegarse ante la presión ejercida para introducir cultivos transgénicos en África.

Ya existen en África organizaciones que están batallando contra los transgénicos, entre las que se encuentra la Coalition for Farmers’ Rights and Advocacy Against GMOs (COFAM). Nuestra afiliada, Ghana Agricultural Workers Unions (GAWU) es uno de los miembros fundadores de COFAM. Debemos adherir a las campañas anti-transgénicos y tomar como objetivo a las compañías que promueven tecnología modificada genéticamente: desde la agricultura a las cadenas minoristas de la alimentación. Tenemos que educar y movilizar a nuestros miembros para que cumplan con su parte. Nuestra participación en la campaña podría obtener apoyo de grupos fuera del movimiento laboral, alentándolos a comunicar nuestras inquietudes al público en general. Podemos negociar convenios colectivos que comprometan a las empresas procesadoras de alimentos a elaborar productos libres de transgénicos. Esto incrementará la presión sobre las compañías de semillas que están promoviendo la tecnología, sobre las transnacionales que las procesan y sobre organismos políticos nacionales y supranacionales de África. En todo este trabajo debe regir el principio de cautela.