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La revolución robada en Nicaragua

23.07.18 Editorial
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El 19 de julio marca el aniversario del derrocamiento en 1979 de la dictadura de Somoza, respaldada por EE.UU. La promesa democrática de la Revolución Sandinista, que resonó a través de la región y del mundo, ha sido confiscada progresivamente por el mandato autocrático del Presidente Daniel Ortega, cuyo gobierno reprime brutalmente las manifestaciones populares a medida que se complace en demostraciones rituales.

Según las últimas estimaciones, aproximadamente 300 personas han sido víctimas de la creciente represión y la violencia asesina de la policía y de los grupos paramilitares bajo el control personal del Presidente.

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Desde su retorno al poder hace once años, el único logro de Ortega ha sido institucionalizar su poderío personal. Los diversos intentos de negociar un 'diálogo nacional' y un ‘itinerario hacia la democracia' permanecerán huecos en tanto continúe la represión. Deben acabarse las matanzas, debe marcharse Ortega, deben ser anulados los resultados de la elección fraudulenta de 2016. Nicaragua necesita respirar nuevamente; sus trabajadores, sus ciudadanos y sus fuerzas democráticas fragmentadas y reprimidas necesitan urgentemente la solidaridad y el apoyo internacionales que está organizando la Secretaría Regional Latinoamericana de la UITA.