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¿Qué sigue en Argelia?

13.03.19 Editorial
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El siguiente editorial fue escrito el 11 de marzo por la mañana. En la víspera, el gobierno anunció que el presidente Bouteflika no sería candidato para un quinto mandato: se cancelaron las elecciones. Bouteflika seguiría mientras el gobierno organizaba una vaga "conferencia nacional". Por lo tanto, la situación continúa como se describió.
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Desde el 22 de febrero, una cantidad creciente de argelinos y argelinas han tomado pacíficamente las calles para indicar su rechazo a un quinto mandato del presidente Abdelaziz Bouteflika en elecciones programadas para el 18 de abril. Para socavar las manifestaciones estudiantiles, se adelantaron las vacaciones de primavera. Cada vez más trabajadoras y trabajadores participan en un movimiento de huelga que ha cerrado negocios y el transporte en muchas partes del país. El 10 de marzo, el sindicato independiente de trabajadoras y trabajadores de la empresa pública de energía SONELGAZ, SNATEG, afiliado a la UITA, pidió a sus miembros que apoyaran una huelga general.
La constelación de poder que se ha unido alrededor de Bouteflika fue sorprendida por el movimiento espontáneo de protesta desatado por su propia arrogancia ciega, como hacen siempre los poderes dominantes. Algunos de sus principales componentes, incluida la organización sindical estatal, han comenzado a distanciarse provisionalmente de un presidente fantasma cuya voz no se ha oído en público desde hace años. Su objetivo es superar la crisis para preservar los elementos esenciales del poder: el bouteflikismo sin Bouteflika.
La población de Argelia exige más que un cambio de rostro: pide el fin de lo que se conoce como le pouvoir, el poder, un sistema que se ha apropiado simbólicamente de la lucha por la independencia, pero durante décadas ha condenado a los ciudadanos y ciudadanas a la pobreza y la humillación. Les niega la esperanza en el futuro.
Está lejos de saberse el resultado. El ejército y los servicios de seguridad todavía no han definido su posición. Los diversos partidos de oposición carecen de gran credibilidad. La sociedad civil democrática, incluidos los sindicatos independientes que durante muchos años han sido la principal reserva de la oposición democrática, tendrá que conducir el largo y difícil proceso.
Sindicalistas independientes de Argelia han pagado un alto precio por su lucha en hostigamiento, vigilancia, arrestos, multas, despidos y cárcel. Que continúen luchando es un potente recordatorio de cuáles son los cimientos universales del movimiento obrero: su compromiso con la democracia. En especial ahora, en este potencial momento decisivo en su larga lucha, los sindicatos independientes de Argelia necesitan nuestro total apoyo.