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Argelia: los sindicatos independientes en la mira del gobierno para destruir al movimiento democrático

21.01.20 Feature
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La farsa electoral de Argelia del 12 de diciembre, en la que se pidió a ciudadanas y ciudadanos que seleccionaran uno de los cinco candidatos presidenciales aprobados por los militares, no ha hecho nada para disminuir la represión del gobierno contra la sociedad civil democrática, incluidos los sindicatos independientes. Los argelinos y las argelinas que luchan por la libertad de asociación ahora enfrentan una doble dosis de represión. Reciben ataques como sindicalistas que desafían a la federación sindical controlada por el estado UGTA y también por el papel que han desempeñado en impulsar y sostener el movimiento democrático que estalló en la primavera pasada.

En mayo del año pasado, la OIT, tras una misión de alto nivel a Argelia, pidió al gobierno que tomara medidas inmediatas para poner fin a la persecución de dirigentes y miembros sindicales independientes, registrara a sus organizaciones y restituyera a todas las personas despedidas por su pertenencia a sindicatos y por sus actividades sindicales. La respuesta ha sido más de lo mismo.

Raouf Mellal, presidente del SNATEG, sindicato afiliado a la UITA, y de la confederación COSYFOP, continúa enfrentando nuevas imputaciones punitivas, más recientemente una demanda por difamación, presentada en su contra por el Ministro de Trabajo en represalia por los reclamos contra el gobierno ante la OIT.

En diciembre, las autoridades cerraron la sede de la afiliada a la UITA SNAPAP en Argel, que también oficia como sede de la central nacional CGATA. Las oficinas sindicales están bajo vigilancia policial las 24 horas.

Kaddour Chouicha, presidente del sindicato independiente de profesoras y profesores universitarios SESS, miembro del comité ejecutivo de CGATA y representante en el órgano rector de la CSI, fue arrestado e inmediatamente sentenciado a un año de prisión el 10 de diciembre –Día Internacional de los Derechos Humanos– por criticar a las autoridades militares y civiles. Lo liberaron provisionalmente y después de un mes, lo volvieron a llevar preso el 14 de enero. Chouicha es vicepresidente de la Liga Argelina para la Defensa de los Derechos Humanos y presidente de su sección de Orán.

Ibrahim Daouadji, secretario general de la confederación sindical independiente OSATA, fue arrestado el 12 de octubre por cargos similares y sigue en la cárcel. Fue arrestado junto con su hijo de 3 años, a quien recién liberaron después de la intervención de asistencia letrada.

Rym Kadri, quien coordina las actividades de trabajadoras y trabajadores de la educación afiliados a COSYFOP, fue arrestada el 24 de noviembre por su participación en una sentada que exigía la liberación de presas y presos políticos. Liberada después de 4 días, permanece sujeta a estrictos controles legales y policiales.

Hamza Kherroubi, presidente del sindicato de asistentes de enfermería miembro de COSYFOP, fue arrestado en diciembre por su apoyo a la huelga general convocada por COSYFOP a partir del 8 de diciembre, acusado de "incitación" y sentenciado a un año de prisión. Liberado provisionalmente debido a su estado de salud, fue puesto en detención policial el 21 de enero.

Las personas que defienden los derechos en Argelia han documentado los casos de cientos de activistas cívicos y políticos que se sabe que están en la cárcel por haber asistido a manifestaciones pacíficas o por criticar al gobierno en las redes sociales, incluida la joven activista estudiantil Nour El Houda Oggadi, encarcelada desde el 19 de diciembre. En realidad son muchos más. Prácticamente no se permite que salga información del sur del país, y la libertad de movimiento está rigurosamente restringida en todas partes. Se realizan absurdos procedimientos judiciales en ausencia; las personas declaradas culpables a menudo se enteran de su sentencia recién en el momento del arresto.

Las y los activistas sindicales y de defensa de la democracia que aún no están tras las rejas o bajo una estricta supervisión policial corren riesgo inminente de ir a la cárcel y la tortura mientras las autoridades intentan destruir un movimiento de millones. Se necesita ahora más que nunca multifacético apoyo internacional –de sindicatos, defensoras y defensores de los derechos humanos y gobiernos– para garantizar que el movimiento sobreviva y obtenga resultados. Y hay que llamar al orden a las transnacionales activas en Argelia, de las cuales hay muchas, y recordarles que están involucradas y son cómplices de un escuálido régimen autoritario cuyas violaciones de los derechos humanos se multiplican a diario.