Published: 20/01/2010
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En Colombia, nuevamente, los trabajadores son víctimas de la violencia armada por intentar ejercer sus derechos a pertenecer y ser representados por un sindicato.

El 14 de enero, ingresaron hombres armados en la plantación de Palo Alto, en la jurisdicción de Ciénaga, Magdalena. Tenían en sus manos una lista con nombres y exigieron saber dónde estaban dos trabajadores específicos, José Luis Soto Jaramillo y Juan Carlos Torres Muñoz. Luego gritaron, “Salgan que venimos a matarlos – no se escondan” y abrieron fuego, hiriendo a Miguel Augusto Cuenca Torregroza. Luego 185 trabajadores fueron obligados a abandonar su lugar de trabajo, a punta de pistola.

La afiliada de la UITA, SINTRAINAGRO, denunció inmediatamente la violencia y reclamó medidas de solidaridad. Los trabajadores de Palo Alto han estado protestando desde el 23 de diciembre de 2009 por el no pago de salarios, primas, pago de cesantías, subsidio familiar, servicios funerarios y porque durante siete años su empleador no ha pagado las contribuciones de pensión y salud. La compañía se niega a negociar un convenio colectivo con su sindicato, SINTRAINAGRO.

La plantación Palo Alto, que produce corozo de palma, pertenece a Palo Alto Gnecco Espinosa Investments, una empresa privada con importantes inversiones en la zona de la costa atlántica de Colombia.

La UITA escribió al presidente colombiano Álvaro Uribe y a los ministros del gobierno a fin de llamarles la atención sobre el caso. En la carta se reclama al gobierno que investigue el incidente y tome medidas inmediatas para garantizar la seguridad de los trabajadores y asegurar que puedan ejercer sus derechos sindicales fundamentales.

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