El 18 de diciembre de 2010 Nestlé Rusia anunció la venta de su planta confitera Altai, ubicada en Barnaul, en Rusia central. La fuerza de trabajo – que es parte de la venta – fue informada el día anterior.
Setecientos trabajadores y trabajadoras serán transferidos al nuevo empleador durante el segundo trimestre de 2011 sin garantía alguna, ni perspectivas de negociación con ellos o sus sindicatos.
La planta Altai se convirtió en parte de Nestlé Rusia en 1998. Durante más de 12 años sus trabajadores han contribuido a la prosperidad de la compañía. Y ahora han sido vendidos – la planta, las marcas y los empleados/as están siendo entregados a una construcción financiera de ultramar llamada Corminus Enterprises Limited, dirigida por un ex ejecutivo de Nestlé Rusia. El destino futuro de la planta y de los trabajadores es de poco interés para Nestlé, con una excepción: el producto más rentable de Altai, chocolates Ruzanna, permanecerá en la cartera de marcas de la empresa.
Hace un mes, el Comité Sindical Nestlé Rusia, que comprende 6 sindicatos locales, escribió a la compañía reclamando negociaciones sobre las futuras consecuencias para los trabajadores y trabajadoras de Barnaul, incluyendo garantías de empleo continuo y condiciones laborales decentes bajo los nuevos propietarios. La respuesta recibida el 1º de febrero hacía referencia a las obligaciones legales y regulatorias respecto al secreto comercial y a la confidencialidad previa a la venta, pero no incluía referencia alguna a la solicitud de negociaciones abiertas.
Nestlé declara en sus comunicados de responsabilidad social empresarial que su relación con los sindicatos está construida sobre los principios de “apertura y respeto mutuo”. Si esto fuera así, la compañía habría respetado el derecho a información y encontrado una manera de garantizar un trato justo para la fuerza laboral mediante negociaciones con su sindicato. Las garantías de orden social, laboral y sindical debían haber formado parte del acuerdo de venta de la planta Altai.
Esta situación recuerda los acontecimientos en torno a la venta de la planta de galletitas Yarichiv, cerca de Lvov, Ucrania, en el año 2008. El negocio fue vendido a la empresa International Logistics Systems, una compañía que pertenece a anteriores gerentes de Nestlé. También esta vez, Nestlé conservó las marcas más rentables. Bajo continua presión de la organización sindical, Nestlé e ILS garantizaron finalmente empleo y derechos sindicales para los trabajadores de Yarychiv, pero más adelante, las compañías rompieron sus promesas. ILS nunca reconoció a la organización sindical y despidió o reemplazó (con trabajadores subcontratados) 25% de su fuerza laboral incluidos los miembros del comité sindical.