Published: 14/07/2010
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La última entrevista televisada del Presidente de Nestlé, Peter Brabeck, tiene lugar en el balcón de las oficinas centrales de la compañía en Vevey, Suiza, con el Lago de Ginebra y los Alpes nevados brillando al fondo. Brabeck relata su ascenso desde vendedor de helados hasta ser el principal de la mayor compañía de alimentos del mundo, en tanto que la periodista sonríe con aprobación: “Usted ha llegado muy lejos”. Usted no puede escapar a un ascenso, explica Brabeck, si usted es apenas un poco mejor (expresa con precisión matemática de un 5%).

El desempleo juvenil ensombrece brevemente el escenario alpino, en tanto que Brabeck manifiesta su “pesar” por el alto índice de desempleo juvenil en Europa. ¿Su solución? “No dejen de aprender” y “Mantengan sus mentes abiertas” mientras esperan el próximo repunte económico.

La periodista recuerda a Brabeck que Nestlé se desempeñó bastante bien durante la reciente crisis; Brabeck (quien no precisa recordatorio alguno) aprueba con una amplia sonrisa. Brabeck elogia la lealtad de los empleados/as con larga antigüedad en la compañía. La conversación gira hacia la “Creación de Valores Compartidos”, la política exclusiva de Nestlé en materia de RSE. Brabeck explica que se trata de un componente integral del modelo empresarial: “No tengo que restituir a la sociedad porque no he estado robándole”. Brabeck describe la política de Creación de Valores Compartidos como “algo completamente nuevo”. La periodista afirma que la RSE siempre retorna “multiplicada por cien” a la compañía en forma de ganancias. A esta altura, Brabeck luce radiante: “Es algo estupendo”.

Durante unos pocos segundos, Brabeck se extiende sobre el aspecto del ‘desarrollo rural’ de la política de Creación de Valores Compartidos: Nestlé, nos informa, proporciona asistencia técnica, educación y microfinanciamiento a sus proveedores. La periodista no ve la necesidad de interrogar sobre los términos de estos contratos con proveedores. La conversación pasa al agua y al papel pionero de Nestlé. La reportera afirma que la ONU había tenido su década del agua, pero requirió que “un líder en el sector privado” iniciara las actividades. Brabeck sonríe con conocimiento. No hay necesidad de discutir el actual contenido de la política del agua – el tiempo apremia y la entrevista llega a su fin. “Usted consiguió hacerlo todo”, dice la periodista, al tiempo que abordamos un último vistazo de los Alpes.

Esta muestra sin inspiración de un periodismo servil y adulador sería completamente irrelevante, aparte de su torpe falta de profesionalismo, si no hubiera sido producida por la OIT de Naciones Unidas.

La charla con Brabeck aparece en una serie de la OIT llamada “Nuestro Lugar de Trabajo”: “Un programa de televisión con base en la web producido por el Departamento de Comunicaciones de la Organización Internacional del Trabajo, que presenta personalidades prominentes en el mundo del trabajo. En diálogo con la anfitriona de ‘Nuestro Lugar de Trabajo’, Zohreh Tabatabai, el programa resalta personalidades tras los estrados y las políticas, así como las personas competentes que generan cambios para mejorar nuestra vida en el trabajo”.

El episodio de Brabeck en “Nuestro Lugar de Trabajo” no contiene una sola referencia a un lugar real de trabajo, trabajadores/as, organizaciones sindicales, derechos en el trabajo o relaciones laborales. La contribución del sector privado a la creación de empleos, sin mencionar a Nestlé, es totalmente pasada por alto en la discusión sobre el desempleo, aparte del comentario de Brabeck respecto a que están tratando de contratar aprendices (presumiblemente proporcionados a través del sistema de educación pública). La reportera no pregunta la forma en que la exhortación a la juventud a “continuar aprendiendo” como el antídoto para el elevado y persistente desempleo concuerda con el Pacto Mundial de Empleos, ni tampoco cuestiona cómo el “desarrollo rural” impulsado por Nestlé contribuye a lo que la OIT denomina trabajo decente.

La OIT podría haber interrogado si la política del agua de Nestlé apuntaba a garantizar el acceso universal al agua como un bien público, o a asegurar suministros para las operaciones manufactureras de Nestlé. Prefirió no hacerlo. Como respuesta a la mención de Brabeck sobre el extenso servicio de los empleados/as de la compañía, podría haber preguntado cómo se posicionaba Nestlé a sí misma en la tendencia general de reducir el empleo directo mediante la tercerización y eventualización. ¿Qué pasa, por ejemplo, con la situación del creciente número de trabajadores/as que fabrican productos de Nestlé pero no están empleados por Nestlé y no pueden afiliarse a sindicatos de trabajadores de Nestlé? El primer trabajo de ventas de Brabeck fue tercerizado hace muchos años -.esa trayectoria profesional, junto con innumerables otras – ya no existe. En lugar de exaltar el 100% de ganancias provenientes de la RSE, la OIT podría haber cuestionado por qué, en el último Informe sobre Creación de Valores Compartidos –respecto al cual Nestlé afirma falsamente que cumple los requisitos de información de la Iniciativa de Reporte Global (“La UITA rebaja de B+ a ‘basura’ la clasificación de Nestlé referida a la Responsabilidad Social Empresarial”), no hay mención alguna sobre los salarios de los empleados/as, beneficios, beneficios negados a trabajadores/as no permanentes, renovación del personal, negociaciones colectivas, períodos mínimos de notificación respecto a cambios operativos o impuestos pagados. O ¿por qué, dada la instrucción de “continuar aprendiendo”, el único programa de capacitación mencionado con detalle en el último Informe sobre Creación de Valores Compartidos es de hecho un programa de capacitación de alto nivel gerencial en Vevey.

Si la entrevistadora se hubiera guiado por el cometido enunciado de la OIT de “promover los derechos en el trabajo, estimular oportunidades para el empleo decente, incrementar la protección social y fortalecer el diálogo sobre temas relacionados con el trabajo”, el vídeo podría haber tenido cierto valor, o por lo menos resaltado “la personalidad tras el podio”. Aparte de lo que nos explica acerca de la OIT, la entrevista es peor que inútil – es un insulto a aquellos que creen que la OIT tiene una función crucial a desempeñar en el mundo.

Ciertamente no culpamos a Brabeck por no pasar un anuncio publicitario auspiciado por la ONU. No es la primera vez, ni probablemente la última, a raíz del aumento de la influencia empresarial en todos los ámbitos del sistema de la ONU. Pero si la OIT encara seriamente la defensa de su función normativa, necesita que se le pidan cuentas.