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Biología sintética: Ingeniería genética se torna extrema

25.04.14 Feature
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Dos décadas después que los cultivos genéticamente modificados ingresaran a la cadena alimentaria, una fresca oleada de nuevas tecnologías no reglamentadas está siendo comercializada amenazando los recursos agrícolas, la biodiversidad, los medios de subsistencia y salud y seguridad de trabajadores y consumidores. Del mismo modo que las semillas transgénicas, intensificarán el proceso de concentración empresarial que ya se apodera del sistema alimentario mundial. Incluyen la proliferación de las aplicaciones comerciales de la nanotecnología a los insumos del Sistema alimentario, plaguicidas, procesamiento y envasado; el rápido desarrollo comercial de la biología sintética, una forma extrema de ingeniería genética que emplea técnicas industriales para producir materiales que antes se obtenían de productos vegetales; y nuevas variedades de semillas genéticamente modificadas, como la semilla “Terminator” que se modifica para esterilizarla con el propósito de obligar a los agricultores a comprarlas para cada cultivo e imponer una total dependencia de los insumos que suministra la empresa.

La UITA se complace en publicar el primero de una serie de artículos sobre estas nuevas tecnologías y sus consecuencias elaborado por el Grupo ETC (antes RAFI), una organización de la sociedad civil con la cual la UITA ha cooperado durante muchos años. Los próximos artículos abordarán las consecuencias de la nueva generación de productos nanotecnológicos y de semillas.

Hace veinte años comenzaron a comercializarse los primeros alimentos transgénicos (GM), generando masivas controversias, luchas comerciales y resistencia de los agricultores, consumidores y trabajadores de todo el mundo. Ahora la industria biotecnológica se prepara para un segundo ataque sobre el sistema alimentario con una plataforma tecnológica que están llamando “Biología Sintética”, considerada 'ingeniería genética extrema' o ‘OGM 2.0’, nuevos medios de alta tecnología para producir organismos artificiales. Los primeros objetivos de este nuevo enfoque son los agricultores tropicales que cultivan vainilla, azafrán, estevia, cacao, látex, coco y saborizantes naturales para los alimentos.

Ahora que la maquinaria industrial puede fabricar los elementos vitales partiendo de cero, la biología sintética estandariza y automatiza el proceso. En máquinas llamadas sintetizadores de ADN, de tamaño para escritorio, se pueden hacer cadenas de ADN a medida - el llamado código de información para la vida. Esas cadenas pueden luego ser insertadas en levaduras, bacterias o algas instruyendo a los microorganismos a producir valiosos compuestos en cubas de fermentación. Una creciente industria de expertos en biología sintética ahora está creando “programas” genéticos que invaden células vivas y las convierten en fábricas en miniatura. Los inversores consideran a la biología sintética como el próximo gran boom “tecnológico” – excepto que en lugar de programas, sitios web o teléfonos inteligentes, los bio-ingenieros están programando organismos vivos para fabricar alimentos, cosméticos, saborizantes y fragancias.

Evolva, una empresa suiza dedicada a la biología sintética ejemplifica esta nueva tendencia. Evolva ha modificado la levadura de cerveza de modo que en lugar de fermentar cerveza, la levadura produzca vainillina – el componente fundamental del sabor en la vainilla. Evolva también modificó una levadura que produce los componentes básicos del azafrán y otra que produce esteviósidos, edulcorantes naturales que habitualmente se extraen de la planta de estevia. En cada uno de los casos la levadura modificada es mezclada en cubas de azúcar para fermentar el componente deseado. La vainillina producto de biología sintética sale a la venta el segundo trimestre de este año y será comercializada por la empresa estadounidense International Flavors and Fragrances (IFF). El azafrán está prometido para dentro de unos años y la versión de estevia derivada de la biología sintética deberá estar en el mercado el año próximo (probablemente primero en Coca-Cola).

Evolva también posee otros ingredientes de biología sintética en lista de espera, a través de acuerdos con importantes fabricantes de saborizantes y aromatizantes. Entre los compuestos que tienen interés en producir se encuentran: ají picante, ginseng y cafeína. Otras compañías de biología sintética como Solazyme, Allylix e Isobionics están elaborando sustitutos para el aceite de coco, manteca de cacao y aceite de pomelo y naranja. Los dos últimos se encuentran ya en el mercado.

Estos acontecimientos plantean importantes problemas para los agricultores y comunidades ya que estos productos apuntan a sustituir otros. La vainilla, por ejemplo,  requiere un proceso complejo y laborioso de cultivo y curado, además los agricultores que cultivan vainilla en Madagascar – al igual que los productores de cacao – ya están en la posición más difícil de una larga y abusiva cadena de productos básicos. La vainilla compite con la vainillina sintética. Como Evolva e IFF consideran que su vainillina puede ser etiquetada como “aromatizante natural” en los productos finales (la fermentación es legalmente un proceso “natural”) esta vainillina sintéticamente modificada competirá directamente con la vainilla botánica. También la cosecha de azafrán es difícil. A los cosechadores/as iraníes de azafrán les lleva 40 horas de trabajo extraer en forma manual, lo suficiente para un kilo de azafrán. Pero también es el ingrediente más valioso del mundo, una importante fuente de ingresos en divisas para los países productores y hasta hora no existe una versión artificial con la que competir. El azafrán producto de la biología sintética de Evolva cambiará eso afectando los medios de vida de los cultivadores y cosechadores de azafrán en todo el mundo.

Igual que con los transgénicos, surgirán muchos otros temas a medida que la biología sintética se torne más común en la cadena alimentaria. Aún deben abordarse cuestiones ambientales y de seguridad alimentaria. IFF, la segunda mayor fabricante del mundo en saborizantes, ha sido condenada a pagar millones de dólares por daños y perjuicios a trabajadores cuyos pulmones se vieron severamente afectados debido a estar expuestos al diacetil, ingrediente del saborizante artificial. El diacetil no es un producto de la biología sintética, pero la enfermedad de “pulmón de rosetas de maíz” resultante de la exposición al diacetil muestra la devastación que se puede desencadenar en el lugar de trabajo cuando los saborizantes están inadecuadamente testeados y reglamentados. El monopolio de la tecnología de biología sintética incrementará aún más el poder de las grandes compañías de la alimentación y la biotecnología, como lo hizo la tecnología transgénica. 

Algunos de estos temas serán presentados el próximo trimestre cuando la Convención sobre Diversidad Biológica de la ONU (CDB) comience a debatir cómo establecer una supervisión internacional del área. Alrededor de 116 organizaciones, incluida la UITA, ya suscribieron una serie de principios para la supervisión de la biología sintética, que incluyen la petición de una moratoria sobre la liberación en el ambiente y el uso comercial de los organismos sintéticamente modificados.
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Ingresando a Synbiowatch encontrarán actualizaciones periódicas sobre biología sintética, su impacto económico y ambiental, así como en materia de salud y seguridad.